El fin de semana pasado, fuimos al Centro Cultural del Convento del Carmen (Valencia) a ver la exposición de Dulk que tenemos disponible hasta octubre.
Siendo conscientes del delicado momento de sostenibilidad medioambiental que vive nuestro entorno más inmediato y con una fidelidad absoluta al mensaje que contiene la obra artística de Antonio Segu (Dulk), la exposición Rondalla del Fang rescata el formato típico de cuento valenciano.

Nos encontramos ante una obra accesible y perceptible para todo el público, una ocasión perfecta para sentir y reflexionar junto al arte sobre una realidad que aborda uno de nuestros tesoros más preciados, l’Albufera de Valencia (a 20 km de la capital), convertida en una batalla entre el olvido, la supervivencia y la esperanza y nos adentraremos en las 2 salas en un relato inmersivo (nunca mejor dicho, por que en la primera sala seremos espectadores de una escena en l’Albufera, pero en la segunda sala, nos habremos metido dentro del agua y lo estaremos viendo todo desde abajo). Parece inconcebible, pero solo el 1% de la superficie de la Albufera está protegida como reserva natural.
«Rondalla del Fang» nos sitúa ante un nuevo paso en la trayectoria de Dulk. Una oportunidad única de entrar dentro de una de sus obras, compuestas por personajes fantásticos en forma de animales y plantas, con unos colores que nos trasladan al fondo de las aguas de este humedal, o a una puesta de sol en La Albufera, o al anochecer con la famosa luna de Valencia brillando en el cielo, en una noche de ensueño. Con unas esculturas fantásticas y majestuosas con el innegable toque fallero, con una concentración de aves en torno al último reducto de tierra, su último hogar.

Toda la zona de tierra, vemos que se ubica en el centro de la sala y la obra crece alrededor de una pequeña isla compuesta por tierra árida en la que se puede ver las cicatrices de la sequía, elementos que crecen y se fusionan con el árbol seco de la vida, hierbas donde se asoman tímidamente sus mágicos personajes para enfrentarse a la mirada del espectador.
Encontramos algunas de las especies de aves más representativas del parque natural, como pueden ser el calamón, el ánade real, el chorlitejo patinegro o un simpático pato colorado, que transforman su mirada en un elemento de nostálgica esperanza. Un «oasis» con alegorías al paso del tiempo, la memoria, la vida y la muerte en forma de libros, calaveras (tenéis cráneos de pato) y relojes de arena. En el árbol encontramos elementos propios de un hogar surrealista en el mundo de las aves con nidos abandonados, retratos de especies que antes habitaban el parque…y junto a ello un Martín pescador, unido a un conjunto aéreo que estará formado por una Abubilla y una Garza blanca que porta en su pico un elemento muy presente en la obra de Dulk, un farol, que aporta la luz de la esperanza a toda las especies.

En su centro, en su corazón de anhelada agua está un flamenco (nexo de unión con la otra parte de la sala) que sumerge su cabeza en un pequeño charco de agua en busca de comida, y sobre él, un nido con una cigüeñuela que espera con esperanza a una nueva generación que viva mejor.
En la siguiente sala, como ya hemos comentado, tenemos el fondo de L’albufera. En esta sala veremos las graves amenazas a las que están sometidas las especies que habitan en el parque natural de la Albufera, centrándose en la contaminación, la escasez y la falta de calidad de su agua. Viajamos al fondo de la pequeña porción de agua de la primera instalación, donde encontramos el flamenco con su cabeza sumergida en busca de comida. Junto a él, y sumergidos en una sala totalmente transformada en el fondo de la laguna, buscan sustento una pareja de «samarucs», peces típicos de L’Albufera. Una mágica escena bajo un techo con restos de redes y plásticos que amenazan la pequeña porción de la reserva, así como varios anzuelos que hieren a distintas especies.

Todas las paredes de la sala están intervenidas con una increíble transición de fondos acuáticos y personajes que luchan por la adaptación ante la extinción (mirad bien las pinturas de los murales de la primera sala para ver qué pasa con cada animal en la segunda sala). En la base de la composición una diana formada por tierra en diferentes estados, simboliza el punto de mira en el que se encuentran las especies de la escena.

Una propuesta que contiene una conexión narrativa, plástica y conceptual
con el mensaje de la Falla Municipal 2021 (que finalmente, tendrá lugar del 1 al 5 de septiembre de 2021).
Además de poder visualizar todo esto, también podéis oír aquí una «rondalla», un cuento sobre el origen de nuestra laguna más característica, escrito para la ocasión por Mar Benegas (autora por ejemplo de la Colección La cereza), narrado por ella misma y por Jesús Ge.
Al salir de esta sala, nos pasamos también a ver la exposición conjunta sobre las fallas, y aunque, por motivos de seguridad (en esta época de pandemia) estaba cerrado, si tenéis la ocasión, no olvidéis que en el claustro, tenéis el Espai de Telles, una zona genial con piezas libres y mesas de luz para los peques de hasta 3 años.