Os traemos hoy una excursión fresquita y con sorpresa. Se trata de la Fuente del francés y la gruta del diablomiengo, en Hoznayo (Cantabria).
Podéis poner directamente en Google «Fuente del Francés» y os llevará a un camino donde podéis dejar el coche a ambos lados del camino («parking Aguas de Hoznayo»), muy cerca de la A-8, aunque de pronto, penséis que estáis aislados del mundo…
Habréis aparcado en el camino de abajo (más espacioso), observando que los caminos se bifurcan al poco de doblar una casa. Por el camino de abajo, iréis a una antigua fábrica de agua mineral embotellada abandonada (aún hay botellas) y el camino paralelo a la ruta fluvial, que comunica con Villaverde de Pontones, utilizada por los vecinos de la zona para pasear, salir a correr, etc.
Por el camino de arriba, prácticamente nada más dejar el coche, llegaremos a este lugar «secreto».

Veremos la entrada a una gruta, con una valla (habitualmente abierta). Si nos adentramos en ella y vamos avanzando unos 20 m por la gruta, descubriremos que desciende y desemboca en el arroyo, lo que hará las delicias de los niños (imaginad: entras por la montaña, a una gruta, con linternas…y llegas a un espacio precioso).

Es imprescindible ir con linternas (vale la del móvil). Se puede ir con diferentes tipos de calzado, pero teniendo en cuenta que dentro de la gruta puede haber barro y las rocas pueden resbalar (hay escalones de piedra), por lo que recomendamos calzado cómodo.


El enclave es precioso, a pesar de que algunas rocas están afeadas por las pintadas y que algún incívico ha dejado que se le cayeran botellas al agua y están todas en una zona de agua remansada debajo de la cueva.

¿Queréis saber la historia de esta cueva?
Un clérigo francés, huyendo a fines del siglo XVIII (Revolución francesa) de las efervescencias políticas de sus país, se refugió en el pueblo de Término, cuyo punto le ofrecía gran seguridad al estar incomunicado con el resto de la comarca en aquella época, proporcionándole así mismo el grato placer de admirar las bellezas de la naturaleza.
En una de las frecuentes excursiones que el religioso hacía a distancia del pueblo, tuvo la fortuna de encontrarse con un manantial templado, y como padecía bastante de la vista, se le ocurrió lavarse los ojos, notando algún alivio inmediato, lo cual le movió a repetir sus visitas y las aplicaciones del agua medicinal hasta que se curó por completo.
Disponéis en esta zona de una ruta circular de 2 km (1 h de duración) de dificultad baja (puede hacerse hasta con carrito y en cualquier estación). Dejaremos el coche en el camino que hemos comentado antes y subiremos por el camino de la derecha (podremos ver el río Aguanaz).
En el siglo XIX, a finales de la década de los 70, Genaro Cagigal creó un balneario que tuvo mucho éxito hasta finales de siglo. Estuvo un tiempo abandonado hasta que lo reflotó el Doctor Morales, que explotó sus aguas para la venta en farmacias.
El ‘Agua de Hoznayo’ cogió fama y en muchas casas cántabras era el agua de botella de mayor consumo. En 1980 se cerraron todas las instalaciones de embotellado.
Se puede ver aún la fábrica abandonada, con restos de botellas (aunque el aspecto, es más bien tétrico…).
¿Conocíais está zona? Os dejamos aquí además de las fotos un pequeño vídeo.